jueves, 17 de noviembre de 2011

LUZ PARA UNA AMIGA

Y unas alas se abrieron ...

Soy aire que entra por las rendijas de tu acorazada armadura, esa que te mantiene a salvo de todo mal.
Eso crees tú.
Y, sin embargo, te aleja de lo más bello, de lo infinito.
Te aleja del Amor.
Quisiera que la luz iluminase tu oscuridad.
Desearía ser la luz que tus ojos deseasen mirar...
Y, lo soy.
Más la cuestión es que tú a la luz
no quieres dejar entrar,
ni traspasar tu poderosa coraza.
Y, yo desde la luz, una vez vencidas y derribadas
mis propias murallas, asisto resignada
a tu propia elección de NO-VIDA.
Así era yo hace un tiempo, así, amiga gaviota.
Encerré y amurallé, como tú ahora, mi voz interior,
acallé mi alegría, enmudecí su luz,
y de ella me olvidé...
Si bien ella no se olvidó de mí.
Yo sentía desasosiego, me sentía incompleta
Y me buscaba en otros.
La soledad no era la soledad capaz de ser llenada con otros, no...

El vacío era eso, vacío total, era la separación...
...de la propia alma.
Un día sentí el frío contacto de mi armadura.
Tomé conciencia de que estaba aprisionada en ella.
En vez de protegerme, me había aislado de mi corazón.
Y a consecuencia de ello había dejado de amarme, y también a los demás.

Excusas y miles de excusas
se amontonaban a mi alrededor como pilas inmensas
e innecesarias de tareas por resolver,
las cuales yo creía ciertas y verdaderas
como que hay día y hay noche.
Más un día decidí despertar a la magia interior.

                           Alas de luz (Booket, Planeta)

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